No, no es indignante. Se basa en una absoluta ignorancia sobre el trabajo de diseñador gráfico y el valor de lo que aporta. Me ha pasado muchas veces, incluso con grandes instituciones, como otras facultades de la UBA. Quieren afiches, folletos y un CD difusión, pero no quieren pagar más de $200 por ello. Me rompe un poco las pelotas, pero no los culpo. Simplemente, no saben nada de nuestro hacer.
Creo además que la mayor parte de las PyMEs suponen que nuestro oficio se limita a operar un soft.
Cierta vez, para un producto de una empresa de trenes, diseñé una marca.
La querían con urgencia y disponían de muy poco presupuesto. Mi labor se limitó a seleccionar una fuente tipográfica para que su marca connotara lo que ellos pretendían (velocidad y dinamismo). Y ya. Fue divertido, incluso. No es el trabajo ideal, es una variante fast-food de nuestra práctica, pero no hay que crucificar al cliente por su completo desconocimiento sobre lo que hacemos.
Ahora, si hablamos de grandes instituciones y largos procesos con diálogos previos, es otra cosa. Hace cuatro años desarrollé el manual de identidad corporativa para la Universidad de San Andrés, para el estudio APF Suma. El laburo me llevó unos cuatro meses. Otro interlocutor, otro trabajo, otros tiempos. También existieron problemas, pero desde el vamos, la relación fue otra.
Saludos cordiales.
Carlos Carpintero
RemaDG
DG-Docente del taller de diseño cátedra Wolkowicz.
Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo.
Universidad de Buenos Aires.
NOTA: Texto de opinión extraido de un mensaje
enviado al foro de la cátedra en internet.
Carlos Carpintero
mayo 20, 2005
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